
Para acercarse a su materia de trabajo, el autor decidió hacer uso de la entrevista, género que sabemos riesgoso, porque como es obvio el entrevistado formula sus ideas de tal manera que sólo deja ver aquello que le interesa dar a conocer, de forma singularmente parcial. Aunque observamos el mismo cuestionario para todos, los resultados no son monótonos: Valderrama organiza las respuestas utilizando la técnica de la entrevista estructurada. Los diálogos fueron planeados con base en un cuestionario que permitió valoraciones unificadoras en torno a ideas y modos de actuar al momento de la edición, la publicación y difusión de las revistas.
A la pregunta: ¿Por qué hacer una revista literaria? la mayoría responde que lo ha hecho para abrirse la posibilidad de publicar el material propio sin que medie el papel de un editor. Así lo expresa Alfredo Gutiérrez, primer director de la revista independiente más trascendental del período, Trashumancia, que logró permanecer durante 30 entregas, entre los años de 1991 y 1997.
Al observar los periodos de circulación es natural que nos preguntemos: ¿Cuántas de las 14 revistas independientes continúan? Ninguna. En octubre de 2007 se llevó a cabo el Encuentro de Revistas Literarias Mexicanas en la ciudad de México. La representación de Jalisco se dio por medio de la revista Luvina. Este dato es interesante a la luz de la presentación del libro que hoy nos convoca, porque la periodicidad garante es el talón de Aquiles de las revistas en general.
El valor de este conjunto cobra ahora, gracias a la investigación de Valderrama, otra perspectiva: ofrece el retrato de una época, sobre todo el de una generación. El perfil de los editores de aquellos años fue inusitado, ya que frisó entre los 20 y 30 años de edad, en su mayoría. Juventud de tinta fresca, sin duda, como la del propio autor, quien nos ofrece un material de primera mano para la historiografía literaria de Jalisco.
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