sábado, 28 de julio de 2012

"Una serpiente en las viejas letras de Jalisco", reseña del libro "Dispersiones. Textos sobre literatura jalisciense", escrita por Jorge Souza, y publicada en el periódico "Milenio", el día jueves 26 de julio de 2012

Para entender mejor quiénes somos es necesario ahondar en el pasado y redescubrirlo desde la perspectiva del presente; hurgar entre los pasadizos empolvados de la memoria para encontrar las huellas, los vestigios, los restos, que nos expliquen lo que ahora somos; mirar hacia el origen, no con la fascinación inquietante de la Mujer de Lot, sino con la cordura de quien va en busca de su raíz. La idea, de cualquier forma, es entender mejor nuestro presente; es decir: nuestra presencia en el horizonte abierto del mundo.
En este contexto entiendo el trabajo que realizan en Guadalajara algunos investigadores que, con la nariz metida entre libros vetustos y antiguas bibliotecas, poco a poco rescatan, para nosotros, capítulos, biografías y libros de autores jaliscienses ya olvidados, pero que con sus letras aportaron a la construcción de nuestra identidad y, por extensión, de la mexicana, porque –bien lo sabemos— la imagen de lo jalisciense representa a la nación entera.
Ernesto Flores, Sara Velasco, Magdalena González Casillas, Raúl Aceves, Silvia Quezada, Pedro Valderrama y Luis Alberto Navarro, entre otros, recuperan para el registro del presente, las escrituras jaliscienses del pasado. Redescubren y exponen a la luz vidas y andanzas de autores locales, por ejemplo, del siglo XIX; o recuperan ejemplares de revistas añosas y los analizan para entregarnos resúmenes o datos de indudable valía.
Uno de los últimos aportes a este rubro lo constituye el libro Dispersiones. Textos sobre la literatura jalisciense, de Pedro Valderrama, un joven investigador que ha dedicado largas y pacientes horas a esculcar en revistas y libros de la literatura de hace un siglo para traer de nuevo hasta nosotros algunas hebras ya perdidas del tejido riquísimo de las letras de Jalisco.
El libro reúne siete ensayos de tono muy distinto. Desde los que se refieren a revistas legendarias como Et Caetera de Adalberto Navarro Sánchez, Cóatl de Ernesto Flores u Occidente que dirigió Agustín Yáñez, hasta una aproximación de la obra del aún joven poeta Alejandro Zapa. Todos los ensayos aportan su granito de arena a la recuperación y/o al registro de las letras jaliscienses. No obstante, el que se refiere a la revista Cóatl me parece particularmente importante porque muestra, a partir del registro de sus índices, el panorama literario que prevalecía en Guadalajara entre los años 1963 y 1968; es decir, la obra de toda una generación.
Bajo la batuta del maestro Ernesto Flores, Cóatl reunió a destacados autores locales como Luis Sandoval Godoy, Augusto Orea Marín, Ignacio Arriola, Donato Ruiz, Ernesto Ramos Meza y Víctor Hugo Lomelí, con voces que ya brillaban en las letras nacionales, como Homero Aridjis, Hugo Gutiérrez Vega, Helena Garro y José Emilio Pacheco, además de pintores y músicos locales, entonces jóvenes. A veces, la identidad se recupera parcialmente a través de las huellas del pasado. Este es el caso. Cóatl refleja el movimiento cultural de Jalisco en los sesenta y una parte de la imagen de aquella Guadalajara culta y hermosa y, por fortuna, nunca totalmente perdida.